Hablabas de los sueños
y la mirada de los perros
sin sospechar
que fui tu soñador
y tu perrito fiel.
El tiempo ( II )
Hace tiempo
quiero escribirte
acerca del tiempo
y no lo hallo
y no me hallo
y tu siempre
con más
o menos
tiempo que yo.
Quiero contarte
del peso de la semana
del dolor de los horarios
de la tristeza que conlleva
cada hoja de almanaque.
Hace tiempo
que tu reloj
no concuerda con mi hora
y que nuestros sueños
no están en sincronía
entonces
llega tarde tu abrazo
y llegan tarde
mis palabras.
Quién habrá acabado las pilas
que no hicieron sonar más
las esperanzadoras campanas del amor?
Quién te dará cuerda una vez más?
Quién pondrá en hora los besos que te debo?
Si ya tienes la respuesta
por favor
dímela
con tiempo.
quiero escribirte
acerca del tiempo
y no lo hallo
y no me hallo
y tu siempre
con más
o menos
tiempo que yo.
Quiero contarte
del peso de la semana
del dolor de los horarios
de la tristeza que conlleva
cada hoja de almanaque.
Hace tiempo
que tu reloj
no concuerda con mi hora
y que nuestros sueños
no están en sincronía
entonces
llega tarde tu abrazo
y llegan tarde
mis palabras.
Quién habrá acabado las pilas
que no hicieron sonar más
las esperanzadoras campanas del amor?
Quién te dará cuerda una vez más?
Quién pondrá en hora los besos que te debo?
Si ya tienes la respuesta
por favor
dímela
con tiempo.
El tiempo ( I )
Qué es el tiempo
preguntaste,
como creyendo en la retórica...
lo que pasa mientras no nos besamos
contesté,
como creyendo en el amor.
preguntaste,
como creyendo en la retórica...
lo que pasa mientras no nos besamos
contesté,
como creyendo en el amor.
Una semana perdida
Así arrancó la semana: vencido al póker el domingo, humillado en la ruleta el martes, ignorado el sábado en el bar, descendido a segunda división el domingo y vencido más tarde al póker, sisi! nuevamente, hace minutos nomás. Tuve que alejarme, dejar la mesa. Algo tengo que escribir. Escribir sobre las derrotas. Esta semana se ofrece entera de inspiración.
Mis amigos se jugaron medio año la permanencia en primera división, de un club acostumbrado a esa categoría. Pues bien, no lo consiguieron. Hoy se enteraron del descenso, adentro de la cancha, esa cancha que de pibes miraban de afuera, miraban jugar a sus ídolos, esa cancha que fue la que en realidad se encargó de convertir a los compañeros del club en amigos. En la ‘84, en la ‘80, en la ‘76, en cualquier grupo, en cualquier camada. Esa cancha que fue defendida por verdaderos cracks, basta con nombrarlos para relacionar el deporte, el buen juego, los triunfos, la rudeza y la braveza de hombres primero y deportistas después con todas las letras…Méndez, Silvas, Castillas. En esa cancha jugaron. Y ahora lo hacen mis amigos.
Esta vez la historia termina (o empieza) mal. No hubo sol, ni milagro. Sólo lluvia y descenso. Y es ahora que se viene lo peor: la baja de jugadores, la huída desmesurada de sponsors...la única aparición que se da es la de morosos e incobrables socios del club.
El verde césped acolchonado de la cancha uno, extrañará el juego displicente y elegante de los grandes equipos, los clásicos llenos de gente, colores y nervios. Ahora la cancha uno será pisoteada por jugadores fuera de estado, con mala gana y figura. Gordos bravos con chiva le harán sentir el rigor de la segunda división, el rencor de los que no llegan, de los que nunca llegan. El verde césped será escupido por el mal juego, las pelotas perdidas y las mañas de ásperos jugadores sin pelos en la lengua ni en la cabeza.
El verde césped acolchonado de la cancha uno, extrañará el juego displicente y elegante de los grandes equipos, los clásicos llenos de gente, colores y nervios. Ahora la cancha uno será pisoteada por jugadores fuera de estado, con mala gana y figura. Gordos bravos con chiva le harán sentir el rigor de la segunda división, el rencor de los que no llegan, de los que nunca llegan. El verde césped será escupido por el mal juego, las pelotas perdidas y las mañas de ásperos jugadores sin pelos en la lengua ni en la cabeza.
No había palabras de consuelo para mis amigos que lo dejaron todo por evitar este drástico final. En realidad, sí, las hay pero paradójicamente son muchísimas. Cómo hacía yo para explicarles, en lo que dura una palmada en la espalda, lo hermoso de las derrotas.
Me gusta perder, claro. Me encanta el sentimiento melancólico y poético de la derrota.
Al fin y al cabo, los poetas son poetas porque han perdido.
Creeme…es aburrido haber ganado todo sin conocer la derrota, la tristeza, la angustia de perderlo todo en una jugada o esperando una carta o un número o trampeando un beso.
Pero ojo! no hay que perder por perder, hay que perder para recuperar, perder para ganar.
Aquel que pierde, es más sabio. El que pierde sabe de humillación, de vergüenza, sabe de lugares donde mucha gente no se ha permitido estar (y lo mal que hacen!). Sabe de la tristeza, de la soledad, del llanto, de la taquicardia, del insomnio, de las madrugadas, de los errores… sabe del olvido.
El que pierde entiende de sensaciones que los rutinarios ganadores o peor! que el mediopelo de la nada, la amargada mitá de tabla de la vida no conoce ni conocerá jamás. El perdidoso toma el triste y gris tren de la derrota con un boleto que sólo él puede comprar y así recorre todas las estaciones, en soledad.
Nadie puede saber lo que es el triunfo, si primero no fracasó. Como nadie puede saborear realmente la comida si siempre tuvo servida sus tres comidas diarias, como nadie puede disfrutar de la compañía si no conoció la soledad, como nadie puede saber lo que es el amor sin sufrir el desamor.
La mano de Dios y ese 2-1 a los ingleses fue más, fue muchísimo más por haber perdido las Malvinas, la vuelta de la democracia poniendo fin a una dictadura genocida la festejó mucho más orgulloso que nadie, aquel que perdió a alguien en su búsqueda y la vuelta del tilo, del querido tilo a primera división, estoy seguro que tendrá un sabor increíble que todavía no podemos ni imaginar.
Desde el título del escrito a esta parte serán unas 700 palabras más o menos. Esto fue lo que debí decirles a mis amigos cuando los palmeaba en la espalda pero… hubieran sido bastante los golpes.
Dame la mano y vení que te enseño a perder, dijo el gran Andrés.
Hoy estoy tranquilo de que mis amigos hayan descendido.
Porque de las cenizas, de estas cenizas que hoy quedaron en cancha uno, renacerá como el ave Fénix, el Club de Rugby Los Tilos.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)


