Sol de Comarruga
mar
a veces
calmo
a veces
bravo
tendré que encomendarme
a San Roque.
Cómo no enamorarse
de tí
tanita,
cómo no sentir
el pánico
de perderte
cada noche
cómo no ansiar
tu caricia
y tu vaso de agua.
Tanita
ni la playa
cercana que tienes
es tan grande
como tu bondad
ni las palmeras
más bellas
que tus ojos.
Tendré que encomendarme
a San Roque,
tanita viajera
tanita bondad.
Alzas tus banderas
una por temporada
se te nota, tanita
se te nota.
Ayer soledad
hoy libertad
mañana qué será, tanita
quisiera saberlo.
Tus sueños no caben
en una comanda,
tu esperanza
sabe su tamaño.
Cómo agradecer
tanita
lo que has hecho por mí
estas ganas que me das
de ser otro
de no ser yo
de ser el hombre
que mereces.
Me encomendaré a San Roque
y haré de cuenta
tanita
que cuando me hablas
no se detienen las olas del mar
y haré de cuenta
que cuando me miras
o me gritas
"nacho!"
la tierra sigue girando
y haré de cuenta
que el corazón
no late tan fuerte.
Ahora que ya me has leído
y no hay sorpresas
ni temores
puedo decirte,
ciudadana del mundo
que quiero estar
donde está
tu estampa de bar
y en cada rinconcito de tu piso
y en cada maceta
de tu mesada.
Con tantas preguntas
como primaveras
no intentes conocer
sus respuestas
quédate con la duda,
con la locura expectante
de no saber
si regresará o no.
Las madrugadas contigo
tanita
son tres velas rojas
apagándose con las horas
y un paquete de Marlboro
a medio fumar
y uno debe ser demasiado hombre
para sentarse
en el silloncito
contigo
y acurrucarse en el rincón
levantando las rodillas
sosteniéndolas
con ambas manos
para no caer
en tu belleza
para defenderse de tí
para no perderse
en este laberinto
de Comarruga
en el pueblo fantasma
que es tu boca,
entonces
cuando me hablas
y hago de cuenta que te escucho
en verdad
estoy escapando de tí
improvisada amiga
amor imposible
de los sin nombre.
Será cuestión
de irse lejos
de naufragar
en la primera isla que encuentre
para poder olvidarme de tí.
Será cuestión
finalmente entonces
de encomendarse a San Roque
y de que esta mujer
ni me mire
ni me toque.
mar
a veces
calmo
a veces
bravo
tendré que encomendarme
a San Roque.
Cómo no enamorarse
de tí
tanita,
cómo no sentir
el pánico
de perderte
cada noche
cómo no ansiar
tu caricia
y tu vaso de agua.
Tanita
ni la playa
cercana que tienes
es tan grande
como tu bondad
ni las palmeras
más bellas
que tus ojos.
Tendré que encomendarme
a San Roque,
tanita viajera
tanita bondad.
Alzas tus banderas
una por temporada
se te nota, tanita
se te nota.
Ayer soledad
hoy libertad
mañana qué será, tanita
quisiera saberlo.
Tus sueños no caben
en una comanda,
tu esperanza
sabe su tamaño.
Cómo agradecer
tanita
lo que has hecho por mí
estas ganas que me das
de ser otro
de no ser yo
de ser el hombre
que mereces.
Me encomendaré a San Roque
y haré de cuenta
tanita
que cuando me hablas
no se detienen las olas del mar
y haré de cuenta
que cuando me miras
o me gritas
"nacho!"
la tierra sigue girando
y haré de cuenta
que el corazón
no late tan fuerte.
Ahora que ya me has leído
y no hay sorpresas
ni temores
puedo decirte,
ciudadana del mundo
que quiero estar
donde está
tu estampa de bar
y en cada rinconcito de tu piso
y en cada maceta
de tu mesada.
Con tantas preguntas
como primaveras
no intentes conocer
sus respuestas
quédate con la duda,
con la locura expectante
de no saber
si regresará o no.
Las madrugadas contigo
tanita
son tres velas rojas
apagándose con las horas
y un paquete de Marlboro
a medio fumar
y uno debe ser demasiado hombre
para sentarse
en el silloncito
contigo
y acurrucarse en el rincón
levantando las rodillas
sosteniéndolas
con ambas manos
para no caer
en tu belleza
para defenderse de tí
para no perderse
en este laberinto
de Comarruga
en el pueblo fantasma
que es tu boca,
entonces
cuando me hablas
y hago de cuenta que te escucho
en verdad
estoy escapando de tí
improvisada amiga
amor imposible
de los sin nombre.
Será cuestión
de irse lejos
de naufragar
en la primera isla que encuentre
para poder olvidarme de tí.
Será cuestión
finalmente entonces
de encomendarse a San Roque
y de que esta mujer
ni me mire
ni me toque.
Que bello.
ResponderEliminarNacho, me sorprendiste. Una lectura para que se te quemen las tostadas. Un abrazo.
ResponderEliminar